Cuántas veces vamos a nuestra biblioteca y nos encontramos con algún libro cuyo lomo o páginas se han desprendido. La primera reacción natural es repararlo con lo que tengamos a mano: cinta adhesiva, cola vinílica o cinta de empacar. Y sin saberlo, causamos más daño del que pensábamos. En muchas ocasiones este daño es irreversible.
Hojas desprendidas
El papel es un soporte natural formado por fibras que se entrecruzan y le dan resistencia. Todas las cintas adhesivas de uso comercial tienen pegamentos que penetran en estas fibras. Los químicos de los adhesivos manchan y endurecen el papel. Con el tiempo las hojas se quiebran y así vamos perdiendo información.
Lomo suelto
Según la humedad ambiente de nuestro lugar de residencia, las hojas se expanden o se contraen constantemente. El papel necesita un cierto margen de movimiento para poder desplazarse según estos cambios ambientales. Al contrario de lo que se piensa, el lomo de los libros o cuadernos de tapas duras no está pegado al bloque de hojas. Pegar el lomo al bloque es algo así como ponerle un corsé a las hojas de papel. Después de un tiempo vemos que las páginas empiezan a ondularse y a deformarse.
Consejos para mantener saludable nuestra biblioteca
1. El primer paso es aprender a tomar un libro de los estantes. El lomo se desprende porque la mayoría de las personas los toma de arriba y tira del lomo para quitarlo. La forma correcta de hacerlo es empujar los libros vecinos del ejemplar que queremos consultar. Recién entonces tomarlo por el centro y retirarlo.
2. Si queremos que nuestros libros no se deformen tienen que poder sacarse con facilidad de los estantes. Eso permite que haya una buena circulación de aire. Y el aire significa menos hongos y/o plagas de insectos.
3. Si nos falta espacio, no apilar libros sobre los demás. ¡Es demasiado peso para el lomo y deforma las tapas!
4. Ubicar los libros en el borde anterior del estante para que quede espacio entre la pared y el canto de los libros. Las paredes, más aún si éstas dan al exterior, condensan la humedad ambiente y fomentan la proliferación de hongos en los libros.
5. Mantener las estanterías libres de polvo y protegidas del sol. No usar productos de limpieza. Es suficiente con un paño seco y un cepillo suave para quitar el polvo. Si la parte superior de las hojas llegara a estar muy sucia, usar una goma de borrar (las de Staedler blancas son las más adecuadas). Retirar los restos de goma y polvo con el cepillo.
6. No forzar la apertura del libro para evitar que se salgan las hojas. No todos los libros están cosidos. Las ediciones económicas (o de bolsillo) suelen estar encuadernados con hojas sueltas encoladas entre sí. Si forzamos la apertura, seguramente se van a empezar a desprender. Especialmente, hay que tomar precauciones a la hora de fotocopiar o digitalizar partes de un libro.
7. Si vemos el lomo suelto o páginas sueltas, guardar cuidadosamente todas las partes y ponerse en contacto con un restaurador. Ellos usan materiales y adhesivos que no dañan el papel. Recuerden que no es recomendable usar cinta adhesiva.
8. Último consejo: es conveniente quitar todas las notas adhesivas (tipo post-it). Con el tiempo dejan manchas por los adhesivos que contienen o decoloran las hojas.
¡Qué disfruten de su biblioteca por mucho tiempo más!
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